El 27 de febrero (2006) escribí una pequeña resolución deductiva sobre el origen de la religión como impulsora para crear las normativas de censura de los deseos del hombre que concluían en la fragmentación de una sociedad por su naturaleza maliciosa, propensa a la codicia, en fin, pecaminosa. Finalizando dicha página, coloqué el siguiente apartado:
“Ningún dios pedirá a sus fieles que no pequen si no supone de antemano que el pecado está en su condición natural”.
Determino con la última afirmación que los mandamientos no son más que una alegoría cuya función es reprobar el impulso humano. Sugiero continuar con el abandono de lo sensible (perceptible a través de los sentidos) e interiorizarse en el análisis de los asuntos (verídicos, reales).
Siendo la maldad la condición natural del hombre, por lo tanto, un deseo originario de carácter instintivo, afirmo que fue necesaria la total represión de este susodicho por parte de la comunidad, prohibiéndola cada cual a su manera, utilizando dogmas, leyes, normativas, y, como dije antes, necesarias falsificaciones que lo reprueben, como es el caso de la religión. A su vez, como método de supervivencia, la psiquis consiguió reprimir este deseo en la infancia del nuevo hombre, condicionado por la educación sociocultural que le reprobaba despreciativamente su instinto. Pasada la represión, mecanismo capaz de aliviar al sujeto en dolencia, el deseo permanece punzante (digamos, deseoso de acaparar la atención y satisfacer su demanda), por lo que, para satisfacerlo, es necesario intercambiar el objeto del deseo por otro, desexualizándolo para hacerlo pasar a través de la conciencia. Llamando a este proceso sublimación, no es más que una forma de compensación a través de un substitutivo. Le adjudico a la incompetencia de los hombres bien conformados intelectualmente, ser el resultado, o síntoma, de la sublimación humana de su maldad. Dando origen así a un nuevo interrogante, ¿Por qué elegir la incompetencia como forma de maldad? La incompetencia es un defecto (porque provoca daños) tolerado por la sociedad, y difícilmente puede perjudicar el instinto de supervivencia, como sí pueden hacerlo el hurto, homicidio y otros males severamente castigados.
“Ningún dios pedirá a sus fieles que no pequen si no supone de antemano que el pecado está en su condición natural”.
Determino con la última afirmación que los mandamientos no son más que una alegoría cuya función es reprobar el impulso humano. Sugiero continuar con el abandono de lo sensible (perceptible a través de los sentidos) e interiorizarse en el análisis de los asuntos (verídicos, reales).
Siendo la maldad la condición natural del hombre, por lo tanto, un deseo originario de carácter instintivo, afirmo que fue necesaria la total represión de este susodicho por parte de la comunidad, prohibiéndola cada cual a su manera, utilizando dogmas, leyes, normativas, y, como dije antes, necesarias falsificaciones que lo reprueben, como es el caso de la religión. A su vez, como método de supervivencia, la psiquis consiguió reprimir este deseo en la infancia del nuevo hombre, condicionado por la educación sociocultural que le reprobaba despreciativamente su instinto. Pasada la represión, mecanismo capaz de aliviar al sujeto en dolencia, el deseo permanece punzante (digamos, deseoso de acaparar la atención y satisfacer su demanda), por lo que, para satisfacerlo, es necesario intercambiar el objeto del deseo por otro, desexualizándolo para hacerlo pasar a través de la conciencia. Llamando a este proceso sublimación, no es más que una forma de compensación a través de un substitutivo. Le adjudico a la incompetencia de los hombres bien conformados intelectualmente, ser el resultado, o síntoma, de la sublimación humana de su maldad. Dando origen así a un nuevo interrogante, ¿Por qué elegir la incompetencia como forma de maldad? La incompetencia es un defecto (porque provoca daños) tolerado por la sociedad, y difícilmente puede perjudicar el instinto de supervivencia, como sí pueden hacerlo el hurto, homicidio y otros males severamente castigados.
1 comentario:
sos muy complejo para 17
y yo me transformo todo el tiempo si,
no me pierdo me conformo
Publicar un comentario