Epopeya de mi etopeya y otras incongruencias
miércoles, 4 de marzo de 2009
martes, 27 de mayo de 2008
martes, 15 de abril de 2008
martes, 25 de marzo de 2008
Huella caminante, multiplicandose en la memoria
Embutidos,
estamos todos,
en nosotros mismos.
Embadurnados,
en lo que sentimos.
Somos elisión. Estoy lo que siento.
Soy el pasado en destiempo.
estamos todos,
en nosotros mismos.
Embadurnados,
en lo que sentimos.
Somos elisión. Estoy lo que siento.
Soy el pasado en destiempo.
miércoles, 27 de febrero de 2008
Amante menguante de la marea creciente.
Me arrincono bajo la lluvia áspera que baten mis ojos, entre el nerviosismo y el temblor exasperante de la providencia.
Nunca ha sido tal, la fuerza de un desalojo interno, ya que ahora revuelven los sueños, que no son más que ideas disueltas en el olvido forzoso.
Un llamado cancerígeno hace olas en mi cuerpo, y el entrecejo frunce el seño por aquel pensamiento maltrecho de un recuerdo mustio y reminiscente, sin trompetas ni laureles, ni flautines coloridos, ni violines dulces. No hay azul, sólo un poco de rojo que lo envuelve todo.
Nunca ha sido tal, la fuerza de un desalojo interno, ya que ahora revuelven los sueños, que no son más que ideas disueltas en el olvido forzoso.
Un llamado cancerígeno hace olas en mi cuerpo, y el entrecejo frunce el seño por aquel pensamiento maltrecho de un recuerdo mustio y reminiscente, sin trompetas ni laureles, ni flautines coloridos, ni violines dulces. No hay azul, sólo un poco de rojo que lo envuelve todo.
lunes, 11 de febrero de 2008
Contradicciones certeras (inciertas)
Miento, todo el tiempo miento. Te miento, no he hecho otra cosa que mentirte. Me carcomen las vibraciones palpitantes y sudorosas del vientre al entrecejo por el clamor de mis palabras enceguecidas por un hábito enfermizo. La mentira, fuerte y orgullosa, constante invaluable. Miento, como en antaño los jesuitas y en destiempo cientos de mujeres desventuradas en la insatisfacción lo han hecho eternamente. No hago más que mentir y jamás podré cambiarlo. Por eso, disentido, sin afectos, he de confesarme; tampoco he sentido el recorrido de las fuerzas hipnagógicas de cavernas tibias y voluminosas, ni el desdén evocador de sentimientos majestuosos tras recóndita miseria. No he presenciado la tentación carnal de los espectros interinos, como tampoco escuchado palabras hermosas del ronroneo estático de la locuacidad. Así como tampoco he presenciado la esplendorosa y brillante sonoridad azulada que acobija el bamboleo de sueños digitados por la mirada intermitente de la belleza. No he sentido la furia, ni la indiferencia a tu pueril idiosincrasia temperamental y retorcida que divaga entre la contemplación inhóspita de los estupefacientes naturales más vívidos a la exaltación insólita de las margaritas blancas y amarillas. El amarillo! Radiante y traidor convaleciente a distancia; el jugo dorado, musa expendedora de engaños que resienten en el estómago. Aquella fiebre verdosa de pasión jamás explorada por la vicisitud de tu ausencia. Nunca acuné en mis plegarias la nostalgia de pestañas, largas y delgadas, independientes e incitantes pestañas parpadeantes. He mentido si alguna vez he dicho retorcerme en el tumulto estridente de las trompetas que avivan tu entrada sigilosa a la que debo fingir no presenciar en busca de tu atención. Jamás pude dar un paso más allá de las calumnias y vociferaciones verborrágicas enaltecidas por flautines de dispersos colores adyacentes que abrazaran con paciencia el soslayo de tus labios al ras del ennegrecido pelo. Nunca han sido cálidas, alma ni palabras, ¡ninguna ni ambas!. No he sido portador de tu esencia ni de arpegios discordantes con los que marchabas risueña y cándida bajo la resolana. Confieso y sólo miento, todo el tiempo, no hay nada de amor en eso, sólo ingenio y despecho.
domingo, 10 de febrero de 2008
viernes, 8 de febrero de 2008
Entrecrucé mi pecho.
Exceptuando Aurora, abundó la estridencia,
rastrillando chispas con la piedra,
arando la tierra vecina, extinguiendo el fulgor
de los que aclaman envueltos en propio y ajeno sudor
un poco de agua, ya ni siquiera pan.
Y entrecrucé mis piernas hasta el retorno.
De un sereno amado, del infortunio
de aquel capricho meticuloso que entretejía las rocas
sin usar el cincel, resonante, jubiloso e insoportable.
- Insólita
Exceptuando Aurora, abundó la estridencia,
rastrillando chispas con la piedra,
arando la tierra vecina, extinguiendo el fulgor
de los que aclaman envueltos en propio y ajeno sudor
un poco de agua, ya ni siquiera pan.
Y entrecrucé mis piernas hasta el retorno.
De un sereno amado, del infortunio
de aquel capricho meticuloso que entretejía las rocas
sin usar el cincel, resonante, jubiloso e insoportable.
- Insólita
Angustia
El alcohol es el flagelo fortuito de la civilización en vísperas de calamidad,
es la prolongación material de los genitales de la perversión.
es la prolongación material de los genitales de la perversión.
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